Un buen número de políticos, o aspirantes a serlo, se plantean esa actividad como un emprendimiento económico, destinado a “salvarse”. ¿Cómo les va?
Las confusiones acerca del trabajo propio de los Docentes hacen estragos en el sistema educativo.
Un Docente no es un organizador de entretenimientos, ni una madre ni un padre, ni una mucama o mucamo con título, ni un psicólogo, ni un policía, ni un amigo, ni un operador religioso ni político, ni un iluso destinado a vivir con dos pesos.
Un Docente es un profesional. Su profesión es educar. Su trabajo se evalúa a través de la evolución afectiva, intelectual, física y artística de sus alumnos.
Es eso lo que nos asusta a veces. Un buen Docente nos hace conscientes de nuestra falta de educación.
Es más fácil pedirle que sea simpático y se ocupe de otra cosa.
Un buen número de políticos, o aspirantes a serlo, se plantean esa actividad como un emprendimiento económico, destinado a “salvarse”. ¿Cómo les va?
Muchas veces nos encontramos con personas que, aunque no se den cuenta, viven (si eso es vida) con un candado en la boca.
Los discapacitados son el espejo de cada uno de nosotros. Son la prueba viva de la limitación humana, los representantes y los símbolos de nuestra humanidad defectuosa. La diferencia entre un discapacitado y un “normal” es sólo una diferencia de grado, y a veces aparente. A veces, incluso, inversa: un “discapacitado” puede ser nuestro maestro.
Fijo: +54 11 4774-7163
Móvil: +549 11 4578-6524
Arce 243, 11º C
CP 1426, Ciudad de Buenos Aires
Argentina