¿Qué habría pasado si…?

Cómo utilizar la escritura para desafiar al destino y cumplir con nuestros deseos.

Propongo una experiencia sencilla, para los que quieran animarse a escribir narrativa de ficción.
El primer paso: buscá en tu memoria una acción que hayas realizado no hace mucho o un hecho que te haya ocurrido, y que surja espontáneamente. Una visita al dentista, por ejemplo; un viaje, una caminata, un accidente, una experiencia amorosa, una pelea, un trámite, un partido, una compra, un encuentro inesperado, una noche de fiesta, una clase dada o recibida, una salida con los chicos…
¿Elegido? Bien. Ahora, tratá de revivir con detalle el hecho. Supongamos, la visita al dentista. Recordarás que hacía un calor terrible esa tarde. Que te encontraste con una secretaria nueva, que tenía pecas y una sonrisa cálida que te desarmó el miedo. Ahora recordás que tu amigo Ricardo, también dentista, te había aconsejado avisar que no podés soportar el dolor y pedir que te pusieran un litro de anestesia. El dentista tenía ojeras, te escuchó como quien ve el mismo programa por centésima vez. Y seguirán los recuerdos: el primer algodón con anestesia, la inyección terrorífica en pleno paladar, el gusto de la sangre, el ruido amortiguado proveniente de la calle, al que vos atendías para distraerte. Quizá te cueste recordar la extracción, pero no la enorme gasa en el maxilar superior y la orden de apretarla, el torrente de recomendaciones del dentista, que tratabas de recordar pero se escabullían en el olvido, la sonrisa y los ojos celestes de la secretaria otra vez, el pensamiento “ojalá tenga un ratito para hablarle la próxima”, el aire de la calle, denso como una frazada…
Luego de ese tiempo de meditación dedicado al recuerdo, tratá de escribir algunas palabras sueltas que sirvan para anclar esos recuerdos. Por ejemplo, dentista – calor – secretaria – pecas – miedo – Ricardo – anestesia – ojeras – inyección – paladar – sangre – calle – gasa – indicaciones – secretaria – ojos – próxima – calle.
Y ahora viene lo mejor. Imaginá que en algún punto de esa historia real, hubiera sucedido algo interesante, que realmente no sucedió.
Ahora es cuando resulta útil la pregunta del título. ¿Qué habría sucedido si hubiera aparecido un par de alacranes en el consultorio, en la mitad de la extracción, provenientes de la rejilla del baño? ¿O si la secretaria, al agendar el turno siguiente, haciéndose la distraída, te hubiera comentado que te parecías a un jugador famoso de fútbol? ¿Qué hubiera sucedido si la mujer del dentista hubiera irrumpido en el consultorio mientras él te sacaba la muela, blandiendo el celular de su marido? ¿Y si se hubiera cortado la luz luego de la anestesia? O, puestos a imaginar, ¿qué habría sucedido si, al enfocar el reflector hacia tus muelas, la escena se hubiera desvanecido y te hubieras encontrado bajo el sol, en un desierto, junto a la entrada de una cueva? Ya que estamos, ¿y si, de pronto, los dos se hubieran dado cuenta de que él era el famoso compañero de colegio al que perseguías con tus burlas y al que le robaste la novia? Las posibilidades pululan.
Último paso. Ayudándote con la lista de palabras que has escrito, ubicá en qué momento querés que suceda el hecho que has imaginado. Después, siempre ayudándote con esa lista, lanzáte a escribir. Primero, lo que sucedió. Al llegar al punto crítico, lo que imaginás que sucedió. Después, verás que se te va ocurriendo la continuación, que va a ser, por supuesto, irreal y muy sabrosa.
Por fin, si querés, mostrale el escrito a alguien cercano, para ver cómo reacciona. O enviámelo a mí, a esta página. Prometo responderte.

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