¿Qué están enseñando en esta escuela?

Pregunta insólita, indispensable. Los alumnos y sus padres tienen derecho a hacerla, y a opinar. Para ellos, esta guía pedagógica breve.

En la escuela deben enseñarse cuatro tipos de contenidos: informaciones, habilidades, normas de conducta y manejo de las emociones. Estos cuatro tipos se integran entre sí; por ejemplo, aprender una habilidad no resulta si no se aprende a generar emociones que nos entusiasmen con ella, información que le dé sentido, y normas que la orienten y le den límites.
Cada “área” de la escuela debe, en consecuencia, enseñar contenidos de los cuatro tipos mencionados.
Sin embargo, muchas escuelas tienen deficiencias en ese punto. En cada área, el Docente tiende a privilegiar sólo a un tipo de contenidos. Esto no es culpa de nadie: es resultado de errores y olvidos: los Directivos, los Docentes, y en no menor medida los padres y los propios alumnos, no nos ocupamos de preguntarnos si la escuela da todo lo que se necesita.
Veamos algunos ejemplos. En las áreas relacionadas con las ciencias sociales, como Historia o Geografía (los nombres varían según la escuela, el nivel y la moda), los Docentes tienden a consagrarse casi únicamente a transmitir información. En las que se relacionan con la educación física y las ciencias exactas como Matemática o Química, se dedican a enseñar habilidades (“operaciones”). En las relacionadas con el Derecho y la formación cívica o religiosa, se limitan a lograr que los alumnos incorporen leyes y normas. En las áreas de expresión artística como Plástica o Música, también hay reduccionismo: o se trata casi únicamente de copiar habilidades del Docente, o se instala la “improvisación creativa”, una expresión emocional sin límites ni ayuda técnica.
¿Cuántos de nosotros sabemos hacer un gráfico de líneas de tiempo, que compare varias historias y permita pensar en influencias entre ellas; por ejemplo, graficar la historia argentina de los últimos cien años y, paralelamente, los grandes sucesos a nivel mundial? ¿Cuántos de nosotros sabemos por qué fueron creados y para qué sirven los logaritmos, o el teorema de Pitágoras? ¿Cuántos de nosotros hemos aprendido en la escuela a leer música, en vez de repetir como loros lo que nos cantan? ¿Cuántos de nosotros hemos aprendido a interpretar una ley o reglamento, para descubrir cuáles son los intereses que los han inspirado y que protege? Estos son ejemplos de lo que no hemos aprendido, simplemente porque la Historia se enseña como una novela, no como un trabajo de construcción crítica; porque la Matemática se enseña como un deporte, no como un método para resolver problemas concretos; porque se enseña a cumplir la ley, pero no a buscarle el porqué, si es que lo tiene; porque se enseñan las artes como una copia o una libertad misteriosa, no como lenguajes que se pueden aprender.
Conclusión: los alumnos, sus padres, los Docentes y los Directivos, deberían tomarle examen a la escuela.
El consumidor pasivo de la educación termina presa de la ignorancia, la costumbre y la manipulación.
Los Padres y los Alumnos tienen derecho a pedir y revisar los planes de estudio de la escuela, y las planificaciones didácticas anuales de los Docentes. Los Docentes tienen derecho a pensar sus planificaciones con profesionalidad e independencia, consultando a los padres y a los propios alumnos: para eso está el inicio del año, llámese “repaso”, “período de adaptación” o como fuere. Los Directivos tienen derecho a pensar qué debe enseñar la escuela a su cargo, y eso es más importante, por ejemplo, que las decisiones sobre vestimenta de los alumnos, o sobre la organización de la fiesta de los egresados.

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