La marca de un buen letrista / no es la rima sino el ritmo

¿Cómo hacer para escribir la letra de una canción? Escuchar el ritmo del lenguaje de todos los días.

“Te quiero porque tus manos / trabajan por la justicia” (Benedetti), “Dígale al mundo con flores / que va a arrasar el planeta” (Serrat), “Soñaba con mis amores, / que en mis brazos los tenía” (Romance del Enamorado y la Muerte), “Pero a fuerza de tapioca / la naranja estaba loca” (María Elena Walsh), “Sale cantando la noche / desde lo de Balderrama” (Cuchi Leguizamón), y hasta el famoso “Me mentiste, me engañaste” del dúo Pimpinela. ¿Por qué tantas letras de canciones tienen el mismo ritmo?
Fíjense: los trozos que hemos copiado arriba están compuestos por dos versos. Ahora bien, cada verso tiene un ritmo de ocho golpecitos: “Me men-tis-te, me en-ga-ñas-te”, por ejemplo. Cada golpecito corresponde a una sílaba, o a sílabas unidas porque la primera termina en vocal y la última comienza con vocal: “me en-“ Lo importante es que son ocho. Si hacen la prueba con versos de más arriba, llegarán al mismo esquema rítmico: “Dí-ga-le al mun-do con flo-res / que va a a-rra-sar el pla-ne-ta”.
Parece un milagro, una genialidad increíble, eso de los ocho golpecitos. ¿Será difícil escribir un par de versos con ese ritmo?
No es difícil. Porque esas frasecitas de ocho sílabas son algo que construimos espontáneamente, todos los días: “¿me convidás con un mate?”, “¡quién te ha visto y quién te ve!”, “en la próxima, a la izquierda”, “no te olvides del pañuelo”, “¿cuánto cuestan los pasajes?”, “te extraño todos los días”, “¿quién fue esa que te llamó?”, “me dejaron sin un peso”, “¡ya vas a ver cuando vuelva!”, “te invito al cine mañana” o “más vale tarde que nunca”?
Les propongo un ejercicio con mucho futuro.
Primer paso: plantéense el famoso ritmo de ocho y escríbanlo vacío:
— — — — — — — —
Noten que el golpecito 7 está acentuado, como en “te invito al cine mañana”
Segundo paso. Piensen en frases que suenen con este ritmo y escríbanlas. Muchas (20 por lo menos) y sin conexión necesaria una con otra. Si pueden, en papelitos diferentes. Tómenlas de la conversación diaria, la publicidad, los titulares de los diarios, de donde fuere.
Tercer paso. Si juegan con sus frases, y las mezclan con las que hemos escrito más arriba, lograrán armar pares (¿Quién fue esa que te llamó? ¡Ya vas a ver cuando vuelva!), o se les ocurrirá alguna continuación (Ya vas a ver cuando vuelvas. Te voy a hacer un regalo.) o introducción (No dormí nada esta noche. ¿Me convidás con un mate?).
A fuerza de jugar, podrán combinar tres, y luego cuatro versos. Por ejemplo: ¡Quién te ha visto y quién te ve!
Ayer estabas tan solo,
hoy conseguiste a Laurita.
Más vale tarde que nunca.
No importa que sus combinaciones les parezcan fáciles y poco elaboradas. Lo que importa es que puedan ir reuniendo conjuntos de cuatro versos, cada uno de ellos de ocho sílabas. Cada uno de esos conjuntos recibe el nombre de estrofa.
Ejercítense sin más exigencia. Lentamente verán que, sin proponérselo, inventarán estrofas que se continúen una a la otra. Por ejemplo, la anterior puede continuarse con la siguiente:
No dormiste nada anoche,
pero se te ve contento.
¿Te convido con un mate?
Laurita te tiene loco.
Noten que todo esto no necesita para nada de rima. No hay obligación de que los versos terminen de forma igual ni parecida.
Aquel de ustedes que quiera
mándeme lo que haya escrito.
No es cosa del otro mundo
aprender a escribir versos.

Últimas publicaciones

Riesgos psicológicos del negocio de la política

Un buen número de políticos, o aspirantes a serlo, se plantean esa actividad como un emprendimiento económico, destinado a “salvarse”. ¿Cómo les va?

¿Hablo o no hablo?

Muchas veces nos encontramos con personas que, aunque no se den cuenta, viven (si eso es vida) con un candado en la boca.

Discapacitados somos todos. ¿Cómo enfrentarlo?

Los discapacitados son el espejo de cada uno de nosotros. Son la prueba viva de la limitación humana, los representantes y los símbolos de nuestra humanidad defectuosa. La diferencia entre un discapacitado y un “normal” es sólo una diferencia de grado, y a veces aparente. A veces, incluso, inversa: un “discapacitado” puede ser nuestro maestro.

Información de contacto

Teléfono

Fijo: +54 11 4774-7163

Móvil: +549 11 4578-6524

Ubicación

Arce 243, 11º C

CP 1426, Ciudad de Buenos Aires

Argentina

Deje su consulta