Estrategia psicológica: deseo y ojos abiertos.

Cuando nos traban los obstáculos, de nada nos sirve que pretendan “motivarnos” al grito de “¡Tú puedes!” Lo que necesitamos es pensar, tranquilos, y crear, con ingenio, un estilo personal de resiliencia.

Si miramos nuestra vida desde el punto de vista psicológico, descubriremos que, por debajo de nuestras acciones, se mueve un mundo de deseos.
En cuanto tratamos de satisfacer un deseo, tropezamos con otra parte de nuestro mundo psíquico: nuestra visión de la realidad. Elisa ama a Carlos, pero sucede que Carlos está ya felizmente casado con María, y vive en París; Elisa se ve obligada entonces a mediar, en una negociación entre su deseo y los datos reales: ¿dónde habrá un hombre como Carlos, pero disponible?
La negociación psíquica no termina allí. Otro personaje aparece: la ley. Luis tiene once años y quiere una patineta. Puede sonsacarle el dinero a su madre. Pero ve trabajar a sus padres todo el día, y sabe que la familia es pobre. El deseo y la visión de la realidad han chocado con un obstáculo ético. Luis desea algo, que es posible. Pero quiere evitar hacer mal a sus padres. ¿Cómo encontrar entonces un modo de pagar la patineta que no dañe a nadie?
Los deseos de Elisa y Luis son aspiraciones normales, dentro de un contexto estable.
Pero, en muchos casos, el conflicto entre deseo, realidad y ley sucede en un contexto traumático: marcado por la desgracia.
Joaquín tiene una hija, Claudia, gravemente enferma, y quiere salvarle la vida. Necesita 100.000 dólares, pero no ve eso como un problema real: es el contador de su empresa, y puede sustraerlos. Ahora bien: eso va a dañar a muchos: empresa en quiebra, familias en la calle, jefes traicionados por el hombre a quien habían empleado en tiempos difíciles… Y puede que lo descubran, y termine en la cárcel, desamparando a Claudia y a la familia entera.
El trauma es aquí la enfermedad de Claudia. Para resolver el conflicto, Joaquín necesitará usar y hacer crecer su capacidad de resiliencia.
¿Qué pasos convendrá que siga?
Ante todo, tomará medidas para cuidar su propia salud y capacidad de trabajo, reunirá en torno a sí a todo aquél que pueda ayudarlo, y hará el recuento de sus recursos, económicos y humanos (incluida la ayuda de Claudia misma).
A continuación, Joaquín necesitará poner en claro dos elementos.
Primero, la profundidad real del trauma, para no luchar contra fantasmas: averiguará sobre diagnósticos, tratamientos, profesionales, probabilidades de curación, y costos.
Segundo (aunque suene innecesario y hasta ridículo), deberá aclarar sus deseos, para lo cual probablemente necesite ayuda profesional. Quizá, por ejemplo, descubra en sí un profundo resentimiento inconsciente hacia su empresa, que alimenta su fantasía del robo, le impide ver otras formas de conseguir el dinero, y lo desvía del deseo principal, la salud de Claudia.
Pertrechado y lúcido, Joaquín podrá entonces actuar: juntar fondos emprender los tratamientos. Esas dos acciones no serán escenas de película. Son procesos: paralelos y entrecruzados, graduales, lentos, sembrados de errores e incógnitas. Si Joaquín puede juntar la acción con la paciencia, la situación irá mejorando.
Por fin, la frutilla del postre en un proceso de resiliencia: durante la lucha contra la enfermedad de Claudia, el objetivo no debe ser restituirla a la situación previa a la enfermedad, como si el trauma no hubiera sucedido. Esa enfermedad tendrá secuelas, y la recolección de dinero también. Si tienen el valor de preverlas, pueden crearse incluso secuelas positivas. Aun en la más triste de las posibilidades, Claudia se irá con el menor sufrimiento y llena de amor. Y Joaquín habrá hecho aprendizajes que lo capacitarán para construir nuevamente otros acercamientos a la vida.

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