Cómo construir un plan de estudios verdaderamente útil

La educación primaria y la secundaria son cruciales. Más que la universidad. La escuela no es una guardería: si ciertos aprendizajes no se hacen allí, es difícil construirlos más tarde.

Los diarios rebosan de economistas, politólogos e ingenieros cuyos artículos no se entienden, simplemente porque sus autores no saben construir sus oraciones ni planificar el texto.
La televisión y la radio abundan en licenciados y doctores, pero pocos de ellos brindan humor, chispa o, por lo menos, contenido, porque no saben qué decir ni cómo, o porque, simplemente, no logran una pronunciación comprensible, a pesar de toda la tecnología que se desvive por rescatar su voz.
¿Dónde hay un médico, un psicólogo, un abogado, capaces de atender a sus clientes en español, inglés y chino, los tres idiomas que van poblando la humanidad parlante?
¿Por qué muchos licenciados y doctores en Letras o en Sociología o en Filosofía tienen que contratar a un técnico para crear una página web o un documento audiovisual?
¿Por qué muchos contadores están perdidos si les falla la calculadora? ¿Por qué los farmacéuticos no pueden descifrar las recetas de los médicos? ¿Por qué los abogados retroceden cuando un problema psicológico complica el caso? ¿Por qué los psicólogos no saben detectar problemas médicos o neurológicos y derivar adecuadamente? ¿Por qué un ingeniero mecánico resuelve a veces ciertos problemas mejor de lo que lo hace un traumatólogo? ¿Por qué los físicos no saben escribir narrativa o poesía, para expresar las teorías más avanzadas de su especialidad? ¿Por qué los licenciados en letras no manejan la matemática, tan importante para la interpretación y la escritura? ¿Por qué los licenciados en educación física no inyectan filosofía a sus programas, como en las artes marciales orientales? Y siguen los ejemplos…
Nuestros profesionales vienen, muchas veces, de escuelas primarias y secundarias deficientes.
¿Qué habilidades esperamos de la escuela? Ahí va una lista, y veremos que muchos de nosotros no las tenemos.
•Leer y escribir. Ojo: leer y escribir en serio. No descifrar o garabatear o “tipear” trabajosamente. Que nuestro adolescente pueda comprender y producir el contenido de cualquier texto, simple o complejo, desde un poema hasta un libro de matemática, desde un manual de uso hasta un libro de filosofía.
•Manejar el inglés y el chino, en un nivel que le permita comunicarse oralmente, disfrutar de la lectura y estudiar en esos idiomas.
•Calcular mentalmente hasta un nivel que le permita resolver situaciones reales en las que no tenga a su disposición una calculadora.
•Resolver adecuadamente cualquier problema de comunicación que requiera el manejo de leyes gramaticales.
•Resolver cualquier problema ortográfico que haga sus textos incomprensibles o socialmente descalificables.
•Resolver cualquier problema de la vida cotidiana o profesional que requiera el conocimiento de contenidos matemáticos y geométricos.
•Ser capaz de aprender cualquier contenido nuevo necesario para la vida y el trabajo. Conocer métodos, estrategias y técnicas que lo habiliten para aprender, solo o en grupo, todo lo que las sucesivas etapas de su vida le pongan delante como desafío.
•Ser capaz de investigar y relacionar entre sí contenidos de diferentes áreas del saber.
La escuela suele ser una actividad diaria que los docentes y los chicos sobrellevan como pueden y tratan de terminar lo antes posible y con el menor esfuerzo y daño posibles.
Si nuestra escuela fuera buena, la mayor parte de las actividades profesionales de este mundo no requerirían siquiera formación universitaria. La Universidad sería lo que debe ser: un campo de creación de conocimiento. Hoy es, muchas veces, simplemente, una picadora de carne más, con acceso a un papel llamado título.

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